Recientemente, tuve la oportunidad de estar en la comunidad autónoma de la Región de Murcia, cuya capital es la ciudad del mismo nombre.
Ubicada en el centro de la comarca de la Huerta de Murcia y de su área metropolitana; situada en el sudeste de la península ibérica, la ciudad es recorrida por el río Segura, que la enmarca con una serie de puentes majestuosos.
Por otro lado, la ciudad de Murcia se ubica muy cerca del Mar Mediterráneo, dándole un toque verdaderamente espectacular con playas como Campoamor, donde podemos apreciar tres colores de este mar majestuoso que recorre la historia de la humanidad y ha sido inspiración de poesías y canciones.
Sus orígenes musulmanes, como romanos han hecho de Murcia una región con mucha historia y tradición, lugar imperdible en un viaje por España, un castillo medieval enclavado, como era la costumbre en lo alto de un pico que domina todo el valle de Lorca, fundado por musulmanes, donde convivieron, estos con judíos y cristianos, con la única Sinagoga pura de esa época, por no haber sido oficiado ningún otro ritual religioso desde entonces.
Las ruinas cartaginesas que soportan parte de la ciudad romana que sostiene a la primera catedral cristiana de Cartagena, una experiencia que seguramente a quienes tuvimos la oportunidad de ver, nunca se borrara de nuestra memoria, deleitándonos al final de tan grande experiencia, con un café asiático, creación y tradición de los cartagineses para saborear un café con licor 43
Un evento único, donde se conjuntan las tradiciones cristianas con las raíces romanas de esta región y tan propia y particular dentro de España, son tres días de fiesta, que iniciaron un jueves de abril nublado y con frío, para culminar el sábado ya entrado el domingo en la madrugada.
Lo que pudimos vivir en esta fiesta de los habitantes de Murcia, inició con la llegada de la Sardina, que por tradición llega de algún lugar de la región a la capital Murcia y que en esta ocasión llegó desde Alcantarilla y desde el aire, escoltada por un grupo de la Patrulla Acrobática de Paracaidismo del Ejército del Aire, y aunque un poco accidentada, por el viento que soplaba en el momento de su llegada, finalmente la sardina estuvo en el majestuoso edificio del Ayuntamiento.
El final de esta fiesta se da con el acto de la quema del Catafalco de la sardina, una escultura de una sardina, que para estas fiestas llevaba un silbato, llamado pito por los murcianos, en la boca y que fue colocado en esta ocasión, con días de anticipación, al inicio de la Gran Vía y junto al Puente viejo o de los peligros, a un costado del edificio del Ayuntamiento.
Una fiesta de historia, colores, tradición, diversión y regalos, El entierro de la Sardina, una fiesta murciana, donde extranjeros y murcianos convivimos codo con codo como una gran familia.